Algo se mueve en los tribunales. Las sentencias que tratan sobre adopciones y acogimientos parecen haber tomado la dirección contraria a arraigadas creencias milenarias. Jueces y políticos coinciden en que el derecho de sangre se ha devaluado, y que los enrevesados reglamentos de las Administraciones admiten excepciones. Sobre uno y otros están los niños. Dos sentencias en Madrid y Granada tienen en cuenta las razones de todas las partes en litigio por la custodia de unos niños, e incluso reconocen que los argumentos de los implicados pueden ser legítimos. Pero a la hora de dictar sentencia son contundentes: por encima de todo está el bienestar de los menores.
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